Ensayo sobre la justicia


te dejamos un Ensayo sobre la justicia, al final podrás descargarlo en pdf y word. espero y te sirva.

Tipo de ensayo: expositivo

Introducción

Josef Pieper fue un filósofo alemán (4 de mayo de 1904, Elt, Westfalia – 6 de noviembre de 1997, Muenster). Estudió filosofía, derecho y sociología en las universidades de Berlín y Münster, y en 1946 comenzó su carrera docente en la universidad de formación de profesores de Essen. A partir de 1950, impartió clases de antropología filosófica en la Universidad de Münster. Es miembro de la Academia Alemana de Lengua y Poesía (Darmstadt) y del Centro de Investigación.

Su obra suele ser breve, impetuosa y fascinante; una vez confesó: “Para dar forma a mis ideas me inspiro en una forma musical: la suite” (V. Marrero, Pieper sobre la “suite” de Aquino, ABC, Madrid, 7 de marzo de 1968).

Pocas ideas han suscitado tanta pasión, absorbido tanta energía, provocado tanta controversia y tenido tanto impacto en todo lo que es querido por la humanidad como la idea de justicia. Sócrates, a través de Platón, sostenía que la justicia es algo más valioso que el oro, y Aristóteles, citando a Eurípides, sostenía que ni la estrella de la tarde ni la de la mañana son tan bellas como la justicia.

Este ensayo no pretende abrir nuevas preguntas sobre la justicia, sino explorar el concepto. Partiendo del significado de la virtud y situando la justicia en su lugar como virtud fundamental, lo que sigue es el descubrimiento del principio de justicia como algo complejo y simple a la vez. Es un principio que nos lleva al compromiso con el otro y con los demás, y busca que la convivencia sea justa, en la que nos esforzamos simultáneamente, juntos e individualmente, por el bien común, por un interés que nos lleve precisamente a la excelencia y a la felicidad.

Desarrollo

Justicia

Entre las cosas que son importantes para nosotros hoy en día, hay pocas que no parezcan tener una estrecha relación con la justicia. La primera tarea que se me ocurre es la más urgente: la cuestión de cómo devolver el poder real al mundo.
En primer lugar, consideremos tal situación: cualquiera que se detenga a medir la realidad que nos rodea cada día por su mayor o menor proximidad al ideal de “justicia”.

Ahora bien, cualesquiera que sean las diferencias de expresión y los aspectos específicos que pueda tener la noción de “justicia”, esta noción, por otra parte, conlleva una de las ideas más simples a la que se reducen todas estas diferencias. Platón ya lo había mencionado como una verdad largamente conocida.

Esta idea debe tomarse como un todo.

Este ensayo reconoce la autoridad particular de Tomás de Aquino, el creador de esta definición. Esto no pretende ser una contribución a la historia de la filosofía medieval. El objetivo es llevar la formulación canónica afirmativa de las normas de justicia a la consideración inmediata del entendimiento y proporcionar un complemento adecuado al desarrollo lógico de los problemas asociados a dichas normas a la luz del mundo moderno.

Tomás de Aquino sostiene que la manifestación más pura de la verdadera naturaleza del hombre es cuando es justo, que de las tres virtudes morales la más elevada es la justicia, y que quien puede ser llamado bueno es un hombre justo. Cita a Cicerón: “Llamamos bueno a un hombre sobre todo por la justicia. Es en la rectitud donde las virtudes brillan más”. La doctrina precristiana queda aquí corroborada.

Este estatus superior de la justicia puede justificarse de varias maneras.

Si la justicia tiene un estatus más alto, es porque no sólo requiere al individuo en sí mismo, sino también la coexistencia mutua de varios seres humanos; porque trasciende al sujeto individual, representa como el interés entero de los demás. En la justicia lo que podemos llamar la eficacia física del bien se manifiesta en una forma superior.” Cuanto más superior es el objeto, más amplia es la radiación de su bondad”.

El lugar de la justicia está en la vida común. Todos los que exigen la realización de esta virtud deben mirar a esta vida: a la familia, a la empresa industrial y al pueblo organizado por el Estado. Pero preguntemos a los sabios: ¿cuándo triunfará la justicia?
Plutarco, Diógenes Laercio y Stobbes nos dan algunas de las respuestas atribuidas a los Siete Sabios. Esto demuestra que la cuestión siempre ha sido digna de reflexión.

Por boca del estadista Tales, que dijo: “Cuando nadie del pueblo sea demasiado rico o demasiado pobre, la justicia lo gobernará”, Diógenes pronunció muchas frases.

Pío es el famoso autor de una profunda frase que consta de sólo tres palabras, que Tomás cita a continuación: arche andra deixei. a nuestra pregunta responde: “cuando todos los miembros del Estado temen a la ley tanto como a un tirano”.

Solón responde con una frase llena de verdad: la justicia reinará en la ciudad cuando los culpables sean acusados y condenados por todos los que no han sufrido, con el mismo celo que los perjudicados. Esto significa que la verdadera lesión trasciende al individuo y amenaza el orden de convivencia que afecta a todos por igual; y cuando esto está presente en el corazón de todos, la nación tiene justicia.

Santo Tomás respondería que la justicia se realiza plenamente en la sociedad o el Estado cuando las tres formas básicas de relaciones entre los hombres son correctas y ordenadas. Estas estructuras son las siguientes. En primer lugar, la relación entre los individuos, en segundo lugar, la relación entre la sociedad en su conjunto y los individuos, y en tercer lugar, la relación entre los individuos y la sociedad en su conjunto. Las tres formas básicas de justicia se corresponden con estas tres formas de relaciones sociales. La justicia conmutativa, que rige la relación entre los individuos y las personas; la justicia distributiva, que rige la relación entre la propia sociedad y sus miembros; y la justicia legal, que rige la relación entre los miembros y la sociedad en su conjunto.

Estas tres formas básicas de justicia se caracterizan por el hecho de que cada una de ellas representa lo que le corresponde en una configuración diferente; los sujetos a los que se dirige también son diferentes. Y cuando decimos “hombre” nos referimos al ser humano individual que, en última instancia, es sujeto, portador y ejecutor de las tres formas básicas de justicia.
Justicia recursiva.

Respecto a esta forma de justicia, podemos decir que es la imagen clásica de la justicia, porque sólo en el caso de las relaciones recíprocas entre individuos podemos decir que cada uno de ellos satisface la reciprocidad como un “otro” independiente; y está claro que sólo en el caso de la justicia conmutativa podemos encontrar que la condición de igualdad y reciprocidad de derechos entre las diferentes partes se cumple sin ninguna restricción. Pero esta condición presenta el segundo elemento del concepto de justicia verdadera: la justicia absoluta sólo se da entre quienes son absolutamente iguales; nunca puede darse entre quienes no lo son.

Según el modelo de justicia conmutativa, una persona da lo que le corresponde a otra, es decir, a alguien que no está vinculado a él de antemano, un extraño, ni más ni menos. Pero dar no es un acto de justicia conmutativa; es un mandato para que un hombre reconozca a otro y le dé todo lo que merece y no más, aunque no sea menos: esto es justicia.

Justicia distributiva.

El individuo no se enfrenta a otra u otras personas, sino a la sociedad en su conjunto. Por lo tanto, es evidente que las partes implicadas aquí no son iguales, no sólo porque varios individuos son superiores a uno, sino también porque el bien común, a diferencia del bien individual, tiene un nivel superior. En esta relación es el individuo el que desempeña el papel de la parte correcta; en este caso es a quien se le debe algo. Esto significa que la parte con la obligación en este caso es la comunidad en su conjunto, es decir, la parte indudablemente superior, pero obligada.

Así, las exigencias obligatorias impuestas por las normas de justicia distributiva se dirigen formalmente al conjunto social, al soberano, al gobernante, al legislador; la terminología de estas exigencias es la siguiente: el individuo, como administrador del bien común, está obligado a proporcionar a los miembros individuales del conjunto lo que les corresponde. Por lo tanto, no se puede decir que las reglas de la justicia distributiva permitan al individuo determinar e imponer lo que le corresponde a la sociedad en su conjunto. Cuando hablamos de justicia, cuando decimos que hay que ser justos, la persona a la que se le exige y designa así no es la que lo merece, sino sólo la que está obligada a dárselo a quien lo merece. Aplicado al caso de la justicia distributiva, esto significa que el sujeto de la apelación y la demanda de justicia es el individuo, ya que representa a la sociedad en su conjunto.

“En la justicia distributiva se da algo al individuo en la medida en que lo que pertenece al todo también pertenece a la parte. De ello se desprende que lo que se le da al hombre es la parte que le corresponde en el Bonum Commune (bien común).
Hay dos tendencias que definen el bien común.

De la escuela tomista: Bonum Commune: es a través de ella que se logra la perfección de sus miembros, y para ello existe la comunidad, por lo que la familia entenderá a sus miembros como miembros perfectos de la comunidad familiar, dotados de todos los valores humanos. Y el Estado deberá conducir a sus ciudadanos hacia la perfección universal, adaptada a la condición humana.

La siguiente definición proviene del solidarismo: el bien común es el estado o la condición del colectivo, es un valor organizativo y el colectivo debe estar dotado de los medios necesarios y debe estar conformado por su misión para cumplir su misión y las acciones del colectivo en relación con sus miembros.

La antítesis de la justicia.

Este es un pasaje de El Príncipe de Nicolás Maquiavelo, capítulo 18.

Su idea básica es la defensa apasionada de la mejor manera de aplicar la facilitación del Estado.

La ideología de Maquiavelo se plasma en una visión moral que no considera otra cosa que la consecución del objetivo deseado, lo que justifica automáticamente todos los medios utilizados para alcanzarlo, por muy reprobables que parezcan.

Esta es una llamada a lo anterior. Según Maquiavelo, el gobernante debe ser ante todo flexible para preservar los intereses del Estado, incluso a costa de un comportamiento moralmente indigno.

Esto fue inmediatamente malinterpretado por casi todos sus contemporáneos, que lo interpretaron como un engaño maligno. Los mecanismos de defensa social entraron en acción y rápidamente surgió una corriente antimaquivelista que defendía la moral que aún hoy existe asociada a la idea de la trampa, la malicia y el cinismo en la política.

Esto es muy injusto, porque Maquiavelo no acepta la violencia como norma de actuación política ni para legitimarla, sino sólo en casos excepcionales y sólo con el fin, no de preservar el poder del gobernante, sino del bien común.

Si el acto de justicia es dar a cada uno lo que merece, es porque este acto presupone otro precedente por el que algo pasa a ser propiedad de otro. Esta proposición afirma con extrema sencillez una realidad fundamental. La justicia es la segunda. La justicia presupone un derecho. Si una cosa se debe a una persona como su propiedad, el mero hecho de que se le deba no es en sí mismo un producto de la justicia. El acto por el que una cosa representa inherentemente a alguien no puede ser un acto de justicia.

Conclusión

Habiendo descrito brevemente la justicia, sus formas y sus defectos, podemos concluir que es una virtud que inspira y ayuda en el camino de la felicidad, que contribuye a una vida más digna de libertad y ayuda a los demás a vivir con más dignidad.

Estas reflexiones me hicieron ver hasta qué punto se ha olvidado la importancia de la justicia. Creo que puedo decir con razón que hoy no vivimos en una sociedad justa, y me animo a decir que el mundo mismo no es justo cuando vemos que las guerras se llevan la vida de muchas personas que tienen derecho a vivir sólo por el deseo de algunos de ser mejores para sí mismos. En la visión individualista, el individuo es más una utilidad y un objeto que alguien a quien me debo, y aunque no lo conozca, debo ayudarle a ser feliz y a poder vivir como un igual, porque somos eso, iguales, y nos debemos.

Pero en cualquier caso, me anima a ser justo conmigo mismo y con mis hermanos en el camino de convertirme en servidor, sin olvidar a Aquel que es justo con nosotros y que nos ayuda a alcanzar la justicia con el ejemplo.

“La justicia es un patrón de comportamiento (habitus) según el cual el hombre, impulsado por una voluntad constante e inmutable, otorga a cada uno sus derechos.

Descargar Ensayo sobre la justicia en word con normas apa

dale click al botón y descarga el Ensayo sobre la justicia gratis en word

Descargar Ensayo sobre la justicia en pdf con normas apa

dale click al botón y descarga el Ensayo sobre la justicia totalmente gratis