Introducción
Los recientes resultados alcanzados por la educación colombiana a nivel internacional, regional y nacional han sorprendido. Es bien sabido que organizaciones como TIMSS, PISA e ICFES se encargan de mostrarnos con detalle los malos resultados que hemos obtenido en estas tres comparaciones diferentes. Es de suponer que tanto las instituciones educativas como los estudiantes se ven directamente afectados por las ineficiencias que se están declarando en el nivel de la educación en nuestro país.
En este artículo analizaremos nuestros resultados estadísticos a nivel académico, destacando las áreas comunes de evaluación a nivel nacional, latinoamericano e internacional. ¿Las políticas públicas en Colombia tienen realmente un conjunto de parámetros y criterios técnicos para reconocer adecuadamente los procesos de alta calidad? ¿Es realmente la educación en nuestro país un factor totalmente desvinculado de la desigualdad social y del progreso monetario?
Aunque esta invitación puede parecer un poco atrevida, en este artículo se sorprenderá de la cantidad de desacuerdos que existen en el debate nacional sobre este tema, porque las leyes establecidas, los proyectos realizados en años normales y los incentivos otorgados a las instituciones, especialmente a los estudiantes, no son suficientes para llenar a los colombianos de expectativas que nos superen. Por el excesivo apego a las normas, estamos construyendo un país inútil, incapaz de crear elementos propios, de generar cambios radicales y de romper repentinamente con normas internacionales poco aplicables a nuestra sociedad.
Desarrollo
Este encuadre de la cuestión de la educación colombiana tiene su origen en un malentendido del problema. Los que han tratado de hacer algo al respecto sólo han conseguido reducir el problema en una pequeña fracción. De hecho, las estadísticas lo confirman; el Instituto Colombiano para el Fomento de la Educación Superior (ICFES) ha expuesto claramente su objetivo en sus resultados históricos: “promover la calidad del sistema educativo colombiano mediante la implementación de un proceso de evaluación del sistema educativo colombiano” (ICFES, Instituto Colombiano para el Fomento de la Educación Superior).
educación a todos los niveles y en todas sus formas, así como la supervisión del sistema educativo.
De acuerdo con la política establecida por el Ministerio de Educación Nacional, se busca la equidad en la educación colombiana, de acuerdo con sus fines y objetivos, basada en los principios de ética y participación”.[1]
El Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos (PISA) es “un estudio comparativo que evalúa los conocimientos, habilidades y actitudes de los jóvenes de 15 años hacia las matemáticas, las ciencias y la lectura”. PISA se lleva a cabo cada tres años desde 1997, y cada ciclo tiene un enfoque diferente. El ciclo de 2006 se centrará en las ciencias, el de 2009 en la lectura y el de 2012 en las matemáticas. La participación en los distintos ciclos permite a los países supervisar el progreso de sus sistemas educativos.[2]
El Estudio Internacional de Tendencias en Matemáticas y Ciencias (TIMSS) está diseñado para medir las tendencias en el rendimiento de los alumnos de 4º y 8º curso en matemáticas y ciencias. Ambas áreas son fundamentales para el desarrollo de las habilidades de resolución de problemas, cuidado y pensamiento crítico en niños y jóvenes. Además, TIMSS supervisa la aplicación de los planes de estudio en estas áreas e identifica las mejores prácticas de enseñanza para ayudar a mejorar el proceso de enseñanza y aprendizaje”. [3]Destacar las características de estos tres actores nos permite relacionar los hallazgos con los graves problemas y déficits que enfrentamos en el sistema educativo nacional, pudiendo argumentar que el acceso a la educación al menos básica es una odisea monetaria debido a las enormes desigualdades entre clases sociales en nuestro país, ya que el desarrollo económico sólo beneficia a los dueños de los medios de producción, dejando a las clases menos populares sin otras opciones. A esto hay que añadir el ingrediente más corrosivo y dañino para la sociedad: la corrupción del gobierno y su indiferencia ante estos problemas.
En primer lugar, es obvio que la situación laboral de los maestros aquí en Colombia se caracteriza por los bajos salarios, lo que lleva a la escasez de maestros realmente calificados y con mucha experiencia en diversos campos, porque después de los bajos salarios, lamentablemente convertirse en un profesional de la educación casi les quita el brillo de los ojos porque el precio de un diploma es de varios millones de pesos. Si a esto se le suma la falta de carreras para los que trabajan como profesores y la alta competencia que surge en torno a esta profesión, pues para acabar desgastando sus sueldos, el crecimiento constante genera más gastos en lugar de aumentar los salarios, lo que lleva a la realización de “apalancamiento” en el mercado para estos titulados.
Estas circunstancias, unidas a la convulsión social, a las injustas políticas administrativas del Estado y a nuestra falta de madurez, han provocado que países cuyo desarrollo económico es muy similar al de otros países reciban una de las clasificaciones académicas más bajas, lo que nos obliga a plantearnos una serie de nuevas herramientas y requisitos para nuevos proyectos que nos permitan mejorar satisfactoriamente nuestros logros. Hay que recordar que los resultados de las estructuras mencionadas son sólo indicadores y requieren un gran análisis para poder explicar nuestros resultados y mejoras.
Conclusión
Colombia debe dedicar más tiempo al aprendizaje, más recursos a la educación y a la formación de profesores expertos en áreas específicas, no podemos ni debemos permitirnos el lujo de estar abrumados por este mundo globalizado, debemos abrir los ojos y ser pioneros en las diversas herramientas que pueden ser y proporcionar un buen apoyo. Queremos que tanto la población urbana como la rural tengan las mismas oportunidades de obtener una educación de calidad a través de sus capacidades, para adquirir la enorme cantidad de conocimientos que empezaremos a obtener si introducimos sistemas educativos nuevos, viables y eficaces.