Introducción
La economía informal se ha fortalecido en los últimos años debido a la rotación de puestos de trabajo, la inseguridad laboral, el desempleo, la baja educación y otros factores.
La economía informal en Colombia ha sido estudiada desde la década de los setenta, en un país donde la informalidad en la fuerza de trabajo es principalmente el resultado de la explotación laboral en el sector formal, lo que también refleja que el fenómeno es el resultado de la violencia, la falta de oportunidades, educación y trabajo, y la falta de políticas públicas para ayudar a las personas a encontrar nuevas oportunidades de empleo (León, A y Caicedo, H, 2011, p.5). .
Según López (2010), en Tunha en particular, durante muchos años hubo una forma de trabajo que se desarrolló bajo la imagen de la esclavitud, en la que se desarrollaban relaciones de propiedad y se veía a las personas como una cosa y se las veía como una herramienta para alcanzar logros específicos. Afortunadamente, gracias a la aparición del movimiento sindical pro-democrático, este estado de sumisión ya no prevalece en el ámbito laboral, y aunque algo desorganizada, esta esclavitud se sigue practicando hoy en día, sólo que llamada y revestida de diferentes formas (trabajo forzado, precarización, etc ) para no mostrar su alcance.
La situación de la informalidad y la economía sumergida no está documentada de forma fiable y exhaustiva, pero la voluntad de intentar intervenir en esta cuestión llevó a la firma de un convenio de cooperación técnica y financiera el 17 de junio de 2013, uno de cuyos objetivos es fortalecer las capacidades de inclusión productiva de las personas en situación de pobreza y vulnerabilidad. Este convenio es el primer paso dado por la alcaldía y el PNUD en beneficio de los trabajadores informales de Tunja, que a través de este estudio se formalizan y registran (PNUD, 2014). (PNUD, 2014).
Desarrollo
Hay un número creciente de vendedores ambulantes informales que la alcaldía está tratando de gestionar junto con el Programa de Desarrollo de la ONU[1] , lo que da a la alcaldía una estrategia de intervención para mover a este grupo. En este sentido, el principal objetivo de este documento es destacar la economía informal como una práctica local en contraposición a una teoría universal; en este documento hablaremos de la economía informal y de algunos de sus indicadores a nivel nacional y regional, de las prácticas locales que esperamos conseguir, y finalmente de la crítica a las prescripciones universales.
La economía informal como forma cultural y realidad local irracional
Según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), la economía informal se define como una actividad económica en la que el producto final es legal. En la actualidad existen muchas explicaciones del fenómeno de la economía sumergida, tanto empíricas como teóricas, y ambas están relacionadas con el hecho de no pagar impuestos, la seguridad social, no seguir los procedimientos administrativos o los requisitos legales mínimos. Estos procedimientos también incluyen no registrar un negocio, proporcionar ingresos por debajo del salario mínimo y bajos estándares de seguridad (Lafuente Ibáñez, C.; López Domínguez, I. y Poza Lara, C, 2018).
La informalidad es un fenómeno específico de las ciudades que varía en tamaño y dinamismo y está determinada por la capacidad de las economías urbanas de generar alternativas al desempleo y la capacidad institucional de regular efectiva y adecuadamente el uso económico del espacio público. En el contexto urbano colombiano, su eliminación es una imposibilidad social, económica y cultural, por lo que los lineamientos de este análisis recomiendan la regulación pública de esta actividad (PNUD, 2014).
Según las publicaciones actuales del Instituto Nacional de Estadística (DANE), en el primer trimestre de 2019, la tasa de empleo informal de Colombia en 13 municipios y áreas metropolitanas fue del 45,6% y la tasa de desempleo del 10,8%, lo que supone una disminución de 1,7 puntos porcentuales respecto al mismo periodo de 2018. (DANE, 2019).
El departamento de Boyacá reporta que debido al hacinamiento ocasionado principalmente por la llegada de migrantes venezolanos que, al intentar llegar a Bogotá, no lograron sus objetivos, principalmente por la falta de recursos, decidieron quedarse en diferentes poblaciones de Boyacá, por ser la ruta más cercana a la capital colombiana (Karen, 2018).
Por un lado, la población de Venezuela, debido a la disponibilidad de mano de obra barata, lleva al desempleo a los residentes de la región que optan por trabajar en el sector informal para sobrevivir sin otra opción; por otro lado, sus residentes que no encuentran trabajo venden diversas mercancías en los semáforos rojos, lo que forma parte del mercado laboral informal, lo que lleva a mayores niveles de informalidad, desempleo e inseguridad (Karen, 2018).
La investigación dominante intenta equiparar la situación real de las personas en Colombia y racionalizarla en tasas y porcentajes de empleo, pero estas estrategias de medición pueden ser relativas porque, por ejemplo, una persona puede considerarse empleada aunque no tenga un trabajo oficial o estable.
Según Martínez (2015), la economía informal juega un papel importante en el desarrollo general de la región; desafortunadamente, también tiene consecuencias, como ser un grave problema para la salud pública y el empleo en el espacio público, además de ayudar a los desempleados, que tienen pocas condiciones u oportunidades de trabajo formal, en su búsqueda de al menos un ingreso mínimo que les permita satisfacer sus necesidades básicas.
La regulación de los déficits económicos en el uso del espacio público es el resultado de una serie de externalidades negativas derivadas de la ocupación del espacio público por parte de estos trabajadores, como la seguridad pública, la movilidad, la degradación urbana y medioambiental, que afectan a la localización y al desarrollo de la inversión privada en zonas de alta congestión.
Un factor que contribuye a la presencia de vendedores ambulantes en los espacios públicos es la presencia de diversas formas de capital ilícito, como la piratería y el contrabando. En consonancia con lo anterior, es deber del Estado velar por la preservación de la integridad de los espacios públicos y su asignación para el uso común, a través de políticas especificadas en los programas y planes gubernamentales para ofrecer opciones de desarrollo y calidad de vida a sus residentes. Esto fue confirmado por la sentencia T-772 del Tribunal Constitucional de 2003, que ordenó a las autoridades regionales que incluyeran los espacios públicos invadidos por los comerciantes informales antes de recuperarlos, y que ofrecieran alternativas económicas a aquellos cuyo sustento dependía del comercio informal.
Por otro lado, Mires (1989) sostiene que “el auge de la informalidad es nada menos que una crisis formal”, lo cual tiene mucho en común con nuestra época, ya que en un intento constante de someter a los ciudadanos, las políticas públicas que quieren llevar a cabo los gobiernos son claramente solidarias con los desfavorecidos, pero el resultado final es un cambio violento de los sujetos o su gran derrota. (Arango, M, 2003)
Además, la legislación colombiana vigente en la Ley de Policía Nacional y Convivencia establece que ésta tiene un impacto significativo en los comerciantes informales, tal y como se recoge en su artículo 197. El cese definitivo de actividades es el cese definitivo de las actividades económicas desarrolladas por una persona o entidad, formal o informal, con o sin ánimo de lucro, o perteneciente al sector privado, para la prestación de servicios al público; incluye la suspensión definitiva del permiso o sanción otorgada a una persona o entidad para desarrollar una actividad, disposición que actualmente afecta a los comerciantes informales que aún no han pasado, en sus difíciles circunstancias y aspiraciones a
Así, estas reflexiones también pretenden que las narrativas sólidas que utiliza la administración para intervenir con las poblaciones informales locales se basen en investigaciones que tengan en cuenta las experiencias culturales y los contextos ambientales, de manera que las estrategias que se propongan y apliquen a nivel local no sean un producto absurdo de razones universales para trabajar en el extranjero, tengan una temporalidad y una cultura diferentes, y se espere que se repliquen en nuestras ciudades (Clegg, Ibarra y Bueno, 1998).
La economía informal es una expresión social originada en la cultura de un lugar determinado, y para entenderla es necesario definir sus perspectivas en las ciencias sociales, donde se demuestra la estrecha conexión entre la economía informal y la naturaleza humana, como menciona De la Sierra (2004). entendida como existente en la relación entre el hombre y el medio ambiente, en la que es capaz de responder a las diversas situaciones en las que se ve envuelto para sobrevivir en un mundo externo que tiende a responder de forma mecánica o determinista (p.34)
El voluntarismo se interpreta como la idea de que los individuos tienen libre albedrío, son autónomos y capaces de intervenir y cambiar el entorno en el que se encuentran, por lo que se piensa en el individuo como centro de la escena y creador del entorno en el que la voluntad es esencial. (De la Sierra, 2004, p. 34).
Como explica Orrego (2012), la volición está relacionada con la intención y la decisión, y como tal, el propósito de la volición es mantener la acción en el tiempo, que debe tener en cuenta los sentimientos, las evaluaciones, los deseos y las acciones del individuo en su conjunto. Así, los actos volitivos se basan esencialmente en acciones intelectuales y emocionales, es decir, la volición se basa en el deseo de participar, mantener y/o crear el propio contexto y entorno; por el contrario, el determinismo afirma que el entorno y el contexto en el que uno vive determinan sus acciones.
Por otro lado, según un estudio realizado en 2014 por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), los comerciantes informales de Tunja desean permanecer en el sector informal en lugar de optar por empleos formales o crear sus propias empresas, demostrando quizás una forma de voluntarismo, que es una forma de cultura desarrollada durante un largo periodo de mayor prosperidad, pero también es una realidad local que son un tipo de voluntarismo al oponerse a estas prácticas comunes, descritas (PNUD, 2014).
Por lo tanto, el objetivo del reasentamiento no se logró porque no se tuvo en cuenta lo que realmente necesitaban, cuáles eran sus verdaderas necesidades, es decir, la alcaldía de Tungi no intervino mediante el diálogo con este grupo de personas que eran las que realmente estaban más interesadas en el reasentamiento para liberar espacio y mejorar la calidad de vida de este grupo de personas.
Estas prácticas informales constituyen una realidad local, como señalan Clegg, Ibarra y Bueno (1998) en un debate en un conocido y ampliamente compartido “libro de cocina” de prácticas administrativas, sobre la buena gobernanza a través de sistemas locales, como la mejor solución para la gobernanza corporativa contemporánea, la organización y la resolución de problemas, donde muchos programas dirigidos por el gobierno no pueden ser utilizados. En la ONU y sus diversas agencias, los objetivos que deben alcanzar los proyectos sociales son la inclusión, la equidad, la eficiencia, la participación ciudadana, la descentralización y la municipalización, que contribuyen al llamado desarrollo administrativo adaptando estas prácticas como centrales en el diseño organizativo, pero muy a menudo estos proyectos, universales y adaptables a las condiciones locales, fracasan porque para muchos municipios la contribución de la ONU a su sector es fundamental y perciben
En localidades o sectores económica y culturalmente diversos, donde se suelen tener en cuenta las prácticas imperantes en lugar de ofrecer soluciones firmes, los problemas locales siguen creciendo, es decir, es una realidad local irracional, ya que los valores establecidos son universales pero no locales, y generan factores que contribuyen a la pobreza, los bajos niveles de escolarización, el aumento de la ocupación del espacio público, etc.
La intervención debe considerarse como un problema local, en el sentido de que se pueden validar algunos aspectos de la fórmula general, pero no se pueden descartar las prácticas administrativas y organizativas locales, es decir, hay que encontrar la manera de mezclar lo general con lo local para mantener la identidad del modelo local y no se pueden adoptar fórmulas que funcionan en otros contextos, por lo que la administración debe abordar los problemas actuales de la comunidad. (Clegg, Ibarra y Bueno, 1998).
La naturalización de las personas enfocada al reasentamiento de los comerciantes informales en Tunja trata de tener en cuenta sus estados de ánimo, sus emociones, sus formas de pensar y por supuesto el entorno en el que se desenvuelven porque así uno puede acercarse a ellos y ver realmente qué es lo que quieren y por qué no quieren reasentarse, y aunque esto va en contra de la receta general, también es una forma de demostrar que piensan diferente sobre cómo hacer las cosas y en muchos casos lo logra.
El mercado laboral informal de Tunja también puede calificarse de irracional porque la mayoría de ellos no se ha desarrollado como la mayoría de los mercados, sus habilidades, trabajos y herramientas son los mismos que hace 20 años, y la mayoría de ellos no saben leer y escribir, o no han completado la escuela secundaria, pero aunque su cultura sea así, esta economía informal ha dado lugar a una realidad local, y el gobierno debe aprender a gestionarla de acuerdo con sus deseos actuales. Esta economía informal ha dado lugar a una realidad local que los gobiernos deben aprender a gestionar según sus deseos actuales, hay que reconocer la diversidad del mundo, cambiar las percepciones tradicionales y tener en cuenta que cada día hay nuevos problemas, nuevos retos, acontecimientos inesperados que requieren nuevas soluciones y en algunos casos una respuesta inmediata. (Clegg, Ibarra y Bueno, 1998).
De nuevo, es necesario que haya un apoyo de las instituciones públicas, en este caso la alcaldía, para poder contactar con ellos e intervenir, de forma que se vea cómo son sus condiciones, su cultura, el entorno al que se trasladan, cómo se sienten, qué piensan, cuáles son sus opiniones a favor y en contra, cuáles son sus opiniones sobre la reubicación, de forma que se les pueda apoyar y ayudar.
Teniendo en cuenta todo esto, el enfoque más sensato, según las ciencias sociales, es intervenir junto con las personas afectadas, teniendo en cuenta factores locales como la cultura, el entorno, el espacio y el momento actual en el que se encuentran los comerciantes informales. El objetivo es cambiar sus costumbres y hábitos que, si no se modifican con decisión, pueden causar resentimiento entre los vendedores, lo que en última instancia significa que no querrán volver a entrar en el espacio público.
Conclusión
La economía informal es uno de los motores de la violencia: la falta de oportunidades educativas, la falta de oportunidades de empleo y la falta de políticas públicas efectivas que ayuden a las personas a encontrar nuevos empleos de acuerdo con su origen y circunstancias.
La informalidad es un fenómeno que se da y desarrolla con mayor frecuencia en las ciudades, debido al gran y dinámico número de habitantes y a que se prevén alternativas al desempleo para ocupar el espacio público.
La venta informal implica un esfuerzo volitivo porque permite a los vendedores informales mantenerse en acción a lo largo del tiempo, en función de sus emociones, necesidades y acciones, durante el cual se produce una reevaluación dinámica de la implicación en el problema.
El objetivo del reasentamiento asertivo debe tener en cuenta los factores individuales y grupales de los destinatarios de la intervención y no sólo el deseo de las autoridades estatales de restaurar el espacio público, sino que también debe estar dirigido a mejorar la calidad de vida de este grupo objetivo.
No se trata de aceptar o no, sino de intervenir en consecuencia, sin que ello suponga un “fuerte impacto” en las costumbres y la vida cotidiana de los comerciantes informales, pero teniéndolos en cuenta en esta decisión, en la que participarán como asiduos.
La práctica local debe adaptarse a los deseos, el contexto, el entorno, los requisitos y las condiciones de la población a la que se dirige, donde los enfoques universales son eficaces pero deben combinarse con la práctica local a través del compromiso de la comunidad para tener éxito.
La realidad local debe asumir su propia historia, su propia cultura, su propia forma de vida, todo lo cual contribuye al desarrollo de sectores para promover sus costumbres y crear políticas públicas adecuadas a las expectativas y demandas de cada región, que tiene su propio contexto y, por tanto, sus propias necesidades e intervenciones.
Bibliografía
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[1] Según el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, siete de cada diez vendedores ambulantes quieren abrir un negocio, otro 10% quiere mudarse y el 23% quiere encontrar trabajo. Los que quieren mudarse son los que tienen más edad y llevan mucho tiempo comerciando en lugares públicos. De los que querían mudarse, sólo el 7% aceptó hacerlo como empresa conjunta. (Otro 54% de los vendedores se negó a apoyar cualquier forma de asociación. El 77% quería algún tipo de formación para acompañar su decisión de mudarse, crear un negocio o buscar trabajo).