Ensayo sobre el Origen de la Vida


Te dejamos un Ensayo sobre el origen de la vida, al final podrás descargarlo en PDF y Word. Espero y te sirva.

Tipo de ensayo: expositivo

Introducción

Durante muchos años, la humanidad se ha preguntado de dónde surgió la vida, creando incertidumbre y obligándose a investigar y crear teorías que, aún hoy, siguen siendo hipótesis difíciles de demostrar que se han ensamblado desde diferentes perspectivas, diversos estudios e innumerables probabilidades de todo el planeta. Por ello, estos estudios o teorías ayudan a dar explicaciones y posibilidades a la vida tal y como la conocemos ahora.

Desarrollo

El estudio de la vida en la Tierra plantea preguntas como: ¿cuándo y cómo empezó la vida? Diferentes teorías ofrecen posibles respuestas a sus orígenes.

En primer lugar, la teoría de la creación, que se remonta al año 4004 a.C., afirma que la vida comenzó con la creación de un ser superior, y como ya no hay argumentos ni estudios que la apoyen, esta teoría se ha enfocado como una creencia puramente religiosa.

Entre el 384 y el 322 a.C., la teoría de la generación espontánea o autopoiesis de Aristóteles, también conocida como teoría autopoiética, afirmaba que la vida (plantas y animales) se daba de forma orgánica, inorgánica o una combinación de ambas, afirmando que un trozo de carne producía una larva en el aire. En 1668, sin embargo, Francesco Redi refutó esta afirmación, y para demostrarlo realizó experimentos en los que se exponían dos trozos de carne, uno cubierto con una gasa y otro no, y demostró que el trozo descubierto, sobre el que podían posarse las moscas, contenía los huevos expulsados por éstas, y que era en la carne donde se producían y salían estas lavas, de lo que concluyó que la vida se originaba a partir de preexistencias . La vida, o la biogénesis como la conocemos ahora. Durante siglos, la comunidad científica se ha dividido entre los que creen en la “biogénesis” y los que creen en ella.

No fue hasta 1665 cuando Robert Hooke hizo su contribución más importante al crear su microscopio, observando pequeños espacios o células en una fina capa de corcho, a las que llamó células, definiéndolas como la unidad básica de los organismos vivos. Unos años más tarde, con la mejora del microscopio, consiguió por primera vez ver células vivas e identificar microorganismos. A raíz de este descubrimiento, se dieron las hipótesis de la teoría celular con el fin de demostrar que la célula es la unidad primitiva, la unidad básica de la vida, la única unidad de la que pueden surgir otras formas de vida, y necesariamente a partir de una unidad preexistente, y estas hipótesis se dan en el siguiente orden: la célula es la unidad estructural, la unidad reproductiva, la unidad genética.

En 1968, Louis Pasteur llegó a refutar los “orígenes biológicos” al demostrar que un organismo sólo puede proceder de otro. Para ello, realizó un experimento en el que añadió líquido de cultivo a un matraz de cuello largo, que consiguió convertir en un tubo curvo (cuello de cisne) calentando una boquilla.

Mediante un calor elevado consiguió hervir el caldo y hacerlo estéril, pero permaneció en contacto con el aire y, a pesar de ello, el recipiente permaneció inmóvil durante mucho tiempo. En el tubo curvado se podían ver los microorganismos moviéndose por el aire, pero no podían llegar al caldo dentro del matraz. Tras realizar sus investigaciones, Pasteur decidió romper el cuello del matraz de vidrio y quedó claro que los microorganismos del aire eran los responsables de la propagación y/o contaminación de los gérmenes, poniendo así fin a la teoría de la generación espontánea.

Años más tarde, en la primera década del siglo XX, nació la teoría de la pangénesis (semillas en todas partes), en la que Svante Arrhenius subrayó que la vida en la Tierra no se originó precisamente en la Tierra, sino en otro lugar del universo, y que la vida llegó a nuestro planeta utilizando meteoritos y asteroides como medio para viajar de un planeta a otro. Esta teoría se basa en las moléculas basadas en la química del carbono que desempeñan un papel importante en la composición de las formas de vida que conocemos, y que pueden encontrarse en muchas partes del universo.

A los científicos de la corriente principal les resulta difícil creer que la vida haya podido crearse de forma probabilística a partir de una mezcla aleatoria de sustancias químicas preexistentes en nuestro planeta. De esta idea surgen preguntas como: “¿Pueden las bacterias soportar las condiciones de los viajes espaciales? sobrevivir a las condiciones extremas de temperatura, radiación y aceleración el tiempo suficiente para llegar a un planeta. Esto se puso en duda hasta que el astrofísico Fred Hoyle apoyó la idea de la panspermia al demostrar que algunos organismos terrestres, conocidos como extremófilos, eran extremadamente resistentes a las duras condiciones y acababan siendo capaces de viajar al espacio y colonizar otros planetas. Sin embargo, en el caso de la panspermia, no aborda completamente la cuestión del origen de la vida, sino que sólo la lleva más allá de nuestro planeta.

Hablando de microorganismos que lograron surgir en condiciones diferentes, cabe mencionar la contribución realizada en los años 20 por Alexander Oparin y John B. S. Haldane a la investigación en este campo, reconocida por la comunidad científica, que denominaron teoría fisicoquímica, sugiriendo que hace unos 3.500 millones de años las condiciones de nuestro hábitat no eran tan benignas como en el pasado.

Las investigaciones de Holdain en este campo, que han sido reconocidas por la comunidad científica, a las que llamaron teoría fisicoquímica, sugieren que hace unos 3.500 millones de años las condiciones de nuestra atmósfera no eran como las que conocemos hoy, lo que llevó a Oparin a creer que estas condiciones fueron creadas por lo que él llamó “sopa primordial”, consistente en una mezcla de agua y oxígeno.

Hace 500 millones de años, las condiciones de nuestra atmósfera no se parecían en nada a las que conocemos hoy en día, lo que llevó a Oparin a pensar que estas condiciones crearon lo que denominó una “sopa primordial” formada por las condiciones climáticas de nuestro planeta hace millones de años (grandes lagos y océanos poco profundos) rodeados de algunos elementos de esa atmósfera, a saber.

No hay oxígeno, hay mucho hidrógeno, amoníaco, dióxido de carbono, monóxido de carbono, metano y vapor de agua. En el mencionado lago (en reposo a alta temperatura), el calor hace que los microorganismos reaccionen entre sí y formen una nueva molécula más compleja a la que Opalin llamó coacervado (una esfera formada por una membrana que contiene sustancias químicas), pero al aumentar su complejidad, forma una nueva unidad separada. Interactuó con su entorno, con otros entornos existentes, intercambiando sustancias y energía (podía hacerlo porque poseía ácidos complejos), formando moléculas más complejas, hasta que aparecieron las primeras células que podían reproducirse en todas las aguas, proporcionando así la evolución biológica tal y como la conocemos hoy.


Pasemos a las teorías que han sido bien aceptadas durante mucho tiempo. No podemos dejar de lado la evolución porque este año se cumple el 160 aniversario de la publicación de “El origen de las especies” de Charles Darwin, la obra más importante que unió el pensamiento científico. En su libro, demostró que todas las especies vivas evolucionaron a partir de un ancestro común, proceso que denominó selección natural.

En él argumentaba que los seres vivos producen descendencia, que todos los seres vivos están relacionados bajo ciertas condiciones naturales, que todo superviviente prospera en la naturaleza, que poblaciones enteras están formadas por individuos con pequeñas diferencias genéticas, que los más fuertes o mejor adaptados a su hábitat sobreviven, y que los supervivientes compiten por la supervivencia, es decir, por la comida, para evitar fácilmente a los depredadores y proteger sus intereses personales.

Conclusiones.

El universo ha sufrido cambios desde sus inicios, ofreciendo innumerables posibilidades para llegar a lo que hoy conocemos, si, por supuesto, olvidamos por un momento la cantidad de misterios y explicaciones que aún existen sobre el lugar donde vivimos. A la luz de las teorías que exploramos y a las que nos referimos anteriormente en nuestro desarrollo, surge la pregunta: ¿por qué creer en tal o cual teoría? Entre las respuestas más comunes podemos encontrar la necesidad de darse una respuesta o, por el contrario, el escepticismo y la necesidad de investigar y buscar para obtener una respuesta. Ambas cosas son ciertas, cada uno puede tener sus propias creencias sobre nuestros orígenes y es importante hacer preguntas, ser curiosos y tratar siempre de aprender más de lo que nos quieren hacer ver.

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